Vuelo 4U9525

“Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria.” (Groucho Marx)

Hoy es un día de dolor, de llanto por 150 personas que han muerto en el accidente del vuelo 4U9525 de GermanWings Barcelona-Dusseldorf (podíamos haber sido cualquiera de nosotros), de estar con las muchas familias que han perdido a sus hijos (podían haber sido tus hijos o los míos), a sus padres (podían ser los nuestros), a sus amigos (todos tenemos amigos que podrían haberse subido a ese avión).

Es un día de dolor, pero también de amargura y de indignación al comprobar cómo aflora la miseria humana sin que apenas nos demos cuenta.

Frente al dolor de todos por la pérdida de vidas humanas, unos malnacidos, hijos de la nada que serán nada en un futuro, desde la actitud más misérrima y desde el desprecio mas absoluto por lo que significa la palabra humanidad han arremetido contra las víctimas por el origen que tenían. Mi desprecio hacia ellos. Espero que los fiscales, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o quien corresponda inicien acciones por incitación al odio y a la xenofobia. No todo puede ampararse en la libertad de expresión ni en el anonimato (supuesto) que ofrecen las redes sociales y que no voy a reproducir aquí porque me dan un profundo asco sus inmundicias. Podéis verlo en cualquier medio de comunicación.

Pero si estos miserables me producen nauseas hasta la extenuación, no menos asco y amargura me producen los comentarios de aquellos y aquellas que se quejaban de no poder ver un programa de telebasura, Mujeres y hombres y viceversa, porque estaban echando lo del “abion”. Siento una tristeza enorme viendo donde hemos llegado y en qué estamos convirtiendo esta sociedad.

Cuando veo estas cosas no dejo de pensar en aquellos que siguen creyendo que la educación es cosa de los profesores y que a ellos no les toca, que dejan que sus hijos vean estas auténticas bazofias o que se sientan a su lado para verlas, que por omisión están dejando que sus hijos e hijas se conviertan en unos seres insensibles para con el dolor de los demás, en una aberración del ser humano y que haya alcanzado cotas muy altas de miseria y de indignidad humanas.

Por eso, si os gustan este tipo de programas y sentáis a vuestros hijos a vuestro lado para que los vean, o permitís que los vean ellos, pensad que de ahí a la inhumanidad hay un solo paso. Y que también sois responsables de ello.

24 de marzo de 2015