Palabras de Dolores
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Dolores ya no habla. Hoy yo le pongo voz a sus recuerdos.
Hace años, cuando yo era más joven y Dolores hablaba, me contó cómo siendo niña llevaba comida a su madre, María la Jeringuera, presa por esconder a sus vecinos republicanos que querían huir.
Cómo pudo recuperarla por la intervención de un pariente que no pudo hacer lo mismo por los otros familiares que fueron fusilados.
Cómo pudo recuperarla por la intervención de un pariente que no pudo hacer lo mismo por los otros familiares que fueron fusilados.
Me hablaba Dolores del dolor que le causó ver a su hermana y a su cuñada mientras les hacían el paseo por el pueblo, desnudas y rapadas tras haberles dado aceite de ricino.
Después, dolor de sus dolores, vio morir a su padre entre sus brazos mientras le pedía comida y ella le daba pan migado en vino. El año del hambre, así le llamaba ella, no fue igual para todos.
Recordaba Dolores a su marido llegar a casa tras ser molido a palos en el cuartelillo por coger bellotas para darle de comer a sus hijos.
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Un día Dolores decidió exiliarse del hambre y marchó a los pueblos nuevos de colonización junto a su marido y a los cuatro hijos que le vivían de los siete que había tenido hasta entonces.
El Régimen, entusiasta del puritano Destino Manifiesto, aplicó la selección natural (perversa interpretación de la teoría de la evolución de Darwin); les asignó el papel de obreros, lo que les condenaba, en aquella España gris, a ser braceros de por vida frente a los colonos a los que “daban” más tierras y animales, aunque no por ello sufrieron menos.
Les concedieron un huerto y una casa minúscula que hoy conserva.
Frente a su alegría inicial quiso la canalla del Régimen, un canalla en este caso, prolongar el sufrimiento y poner a prueba a Dolores y a su familia. Demoró intencionadamente su acceso a la vivienda prometida y les dio como acomodo una cuadra de la que tuvieron que sacar vacas y cerdos para que vivieran los seis. Se dejó las manos, uñas no tenía de arañarle esperanzas a la vida, para sacudirse toda la miseria que aquel canalla quiso echarles encima.
Relataba Dolores (¡cómo le gustaba esa palabra!) que siguió pariendo entre algodones, divertimento que ella hacía con las palabras. La pura realidad era que los embarazos los pasaba trabajando en el campo, en la casa, cosiendo, lavando, y, a veces, las más, recolectando algodón hasta que las manos le sangraban.
“Por momentos creí que iba a parir recogiendo algodón”
Tuvo cinco partos más, cuatros hijos vivos y uno de mellizas que no sobrevivieron.
Después Dolores no trabajó más, si criar a ocho hijos es no trabajar.
Un día, esta luchadora silenciosa, se cansó de callar, aparcó el dolor acumulado, el miedo por cuarenta años sostenido, tomó impulso y GRITÓ. Su grito fue incansable, tenaz.
En los últimos años, Dolores fue feliz rodeada de los suyos, de su Virgen del Valle y de sus beatos favoritos, la beata Rafaela y el Padre Damián de Veuster.
Hoy Dolores ya no habla.
Exiliada forzosa de recuerdos por la demencia senil que la tiene postrada en cama desde hace tres años me pidió con la mirada que siguiera gritando y contara su historia, aunque sólo sea una pequeña parte, la que puede que sea la de miles de mujeres españolas de su edad.
Como homenaje a todas ellas, por ti grito Dolores.
Dolores es mi madre.
Con todo mi amor
Eh,...ejm. todavía tengo el corazón encogido! Un resumen de una historia apasionante, llena de vicisitudes y de un buen puñado de sonrisas, más valiosas que cualquier tesoro,... tu orgullo como hijo, traspasa la pantalla del ordenador, gracias por ser sensible.
ResponderEliminarMuchas gracias Tania por tus palabras. Me alegra que te haya gustado
EliminarMe has arrancado lágrimas del alma, amigo. Mujer extraordinaria tu madre, como no podía ser menos al parir un hijo como tú.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras querida amiga. Un beso
Eliminareres un maquina tito, no se si secarme las lagrimas o pegarte dos ostias por hacerme llorar
ResponderEliminarun beso
Gracias Felipe. No era mi intención hacerte llorar sino plasmar la vida de tu abuela. Un beso
Eliminarde una mujer como tu madre ,no podisa salir nadamas que un hombre como tu,dale mucho cariño,y muchos besos ,semerece eso y mucho mas
ResponderEliminarMuchas gracias Vicenta. Un beso
EliminarEsa es mi abuela, peleona y luchadora incansable!
ResponderEliminarEn su nombre, GRACIAS!
Ha sido ante todo una gran mujer y lo sigue siendo. Un beso
Eliminarte acuerdas de akel dia k te dije k estaba orgulloso de ti?fue en mi casa en el patio le recitastes un poema a tu madre asta acerla llorar,pues me kede corto x k eres unico en este mundo te kiero tito.bssssssssss
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras sobrino. Me acuerdo bien de aquel dia. Un beso
EliminarSí no te importa lo comparto... Por cierto, de qué pueblo se trata? Por cierto .... Emocionante...
ResponderEliminarEncantado de que lo compartas. El pueblo de Dolores es Valverde de Burguillos y se fue a Valdelacalzada. Muchas gracias Javi. Un abrazo
EliminarEsa es mi abuela!sólo tú has podido resumir en estas preciosas palabras la trayectoria de la abuela. me siento muy orgullosa de tí, tito. TE QUIERO MUCHO, un millón de besos y ánimo para seguir escribiendo
ResponderEliminarYo tambien te quiero mucho Ana Mª. Yo tambien estoy muy orgulloso de ti. Un beso
EliminarUuuuf!!!
ResponderEliminarLaura Cano
No me dejas palabras con que expresarme, solo con el corazón en un puño y la sensación de prisa para decirle a mi madre lo mucho que yo también la quiero. Desde que te conozco tengo la sensación de estar viendo únicamente la punta del iceberg de lo que realmente guardas dentro de ti, espero tener muchos años más para seguir descubriendote.
ResponderEliminarUn gran petó i una abraçada ben forta amic. Maribel.
Moltes gràcies Maribel. Un petó i una fortíssim abraçada per a tu també. Ja anirem parlant
ResponderEliminarUna historia que me recuerda mucho a tantas que nos contaba mi padre, al final el aunque hablaba dejó de conocer a sus hijos y su cara se volvió inocente y su sonrisa angelical, quizás tanto sufrimiento que soportaron, prefirieron en los últimos años echarlos al olvido.Precioso homenaje a tu madre Dami.Besitos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Mª Carmen. Tengo un tierno recuerdo de tu padre. Era, como decía Machado, en el buen sentido de la palabra BUENO. Un beso
ResponderEliminaresa es la historia de nuestra abuela, tito nos has emocionado un monton y nos has hecho sentir muchas cosas te queremos juan jose, cristian y mandy un abrazo enorme
ResponderEliminarGRACIAS TITO POR ESTAS PALABRAS ESCRITAS, NOS HAS HECHO SENTIR UN MONTON DE COSAS RECORDANDO A ESA ABUELA QUE ORGULLOSA NOS CONTABA SUS HISTORIAS Y NOS CANTABA Y CON EL CORAZON ENCOGIDO COMO LO TENEMOS TE DOY LAS GRACIAS POR HABERNOS HECHO SENTIR LO QUE ESTAMOS SINTIENDO TE QUEREMOS TITO
ResponderEliminarDamian, amigo del alma, mucho ánimo. Un abrazo.
ResponderEliminarJ.A. Trinidad
Muchas gracias José Antonio. Un abrazo
ResponderEliminarMe he desahogado llorando a mares.
ResponderEliminarLa vida de tu madre me ha recordado a la de mi familia.
Mi abuela también se llamaba Dolores y murió con demencia senil.
Mi madre nos ha contado penalidades amargas de aquella España gris...
cómo entraban en los pueblos y se los llevaban y no los volvían a ver.
También emigró su abuelo a América.
Pero volvió aún más pobre.
Mal vivían en un pueblecito de Castilla,comían lo que encontraban por el suelo. Mi abuelo,llevaba a mi madre de siete años,junto a otros hermanos, a las tres de la madrugada a un encinar sito a 5km, a coger bellotas para comer todos.
Mi madre no pudo estudiar. A los diez años la mandaron interna a una casa a trabajar. LO PASÓ PEOR QUE MAL.
Todas estas personas que han tenido una vida tan dura, tienen una fortaleza que hoy no es fácil de encontrar.
BENDICIONES PARA TU MADRE.
Muchas gracias Maria. Me han emocionado tus palabras.
ResponderEliminarNo deja de ser la historia de tantas mujeres como tu abuela, como mi madre, como la tuya que lucharon y lucharon contra todo por sacar a los suyos adelante.
Gracias de nuevo.
Un abrazo