Soliloquio
un respiro seco y se acaba,
trago largo y espaciado,
de quien sabe que la vida
se le acaba en un suspiro.
A la mañana me miro lento,
con el recreo del que quiere
recordarse en ese instante.
De pronto me disperso,
vago en el azogue
ingrávido del reflejo.
Impulsivamente,
estos versos que me dibujan
me recorren cada día,
preñados de timidez,
absortos en la esperanza
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