Seguir la vida
Nada inquieta
la paz del derrotado
salvo el saberse vencido
sin motivo.
Salir a la calle,
dar un paso y volverse,
mirar lo que fue
y seguir adelante.
Nada nuevo en la derrota,
recomponer el rostro
y las manos y las piernas
y la vida.
Nada perturba
la paz del humillado
sino la dignidad perdida.
Mirar la piel,
lamer la herida,
y seguir viviendo.
Badajoz, marzo de 2002
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